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Spitzkoppe, entre rocas y estrellas

Namibia

Walvis Bay

Después de recoger la tienda en el techo, nos dirigimos hacia Walvis Bay. El camino desde Solitaire se nos hizo un tanto largo por la carretera C14; no era para ir deprisa, sino todo lo contrario. Cruzamos el Trópico de Capricornio, donde paramos lo justo para hacer alguna foto.

Nada más reanudar el camino se encuentra un paso entre montañas por el que hay que ir muy despacio. Más adelante, un paraje interesante de arena y mármol. Paramos de nuevo para observarlo mejor.

Siguiendo la carretera vimos una gran roca con formas redondeadas. Son paisajes inmensos que absorben al que los mira.

Al llegar a Walvis Bay nos topamos con una tormenta de arena, menos mal que la carretera estaba asfaltada en este tramo.

En Walvis Bay nos acercamos a ver flamencos en el denominado Lagoon, al lado de una fábrica de sal.  A ambos lados de la carretera hay un paisaje blanco y rosa. Nos gustó ver flamencos en estas aguas con el mar de fondo. Hay varios puntos en los que se puede parar para observarles con tranquilidad.

Walvis Bay
Walvis Bay

Swakopmund

Dejamos Walvis Bay y cogimos dirección Swakopmund, nueva tormenta de arena. Las construcciones en esta parte eran de gente más humilde, muy distintas a las que vimos cuando íbamos a ver a los flamencos.

Ya en Swakopmund, nos alojamos en  “Room with a view”, todo un apartamento para nosotros con unas estupendas vistas al mar. Después de contemplar el atardecer dimos un paseo hacia el pier y por el pueblo, en busca de un restaurante para cenar. Al final, nos volvimos al apartamento a preparar la cena.

Swakopmund es una ciudad con vida, pero por la noche, en noviembre, no vimos mucho ambiente. A la mañana siguiente dejamos el apartamento con pesar, porque nos había gustado mucho. Hicimos algunas compras y visitamos el cajero. 

Swakopmund
Swakopmund

Cape Cross

Nos despedimos de Swakopmund conduciendo por la costa hasta la carretera, C34, que nos llevaría a Cape Cross para ver los leones marinos. Durante todo el camino se veía el Océano Atlántico a un lado y el desierto al otro. Había algunas poblaciones, daba la sensación de que iban a ser cubiertas por la arena.

La carretera C34 está asfaltada, pero hay que tener cuidado por la sal que puede haber sobre ella. Por el camino vimos los restos de un barco que, hace tiempo, había encallado ahí; también puestos de venta de cuarzo rosa, en «modalidad autoservicio», si te gusta alguno lo puedes coger y dejar el dinero en un bote.

Entre Swakopmund y Cape Cross
Entre Swakopmund y Cape Cross

En Cape Cross se paga la entrada, 170 N$ por dos personas. Cerca del parking hay una pasarela desde donde ya se ven leones marinos, se oyen sus gemidos o gruñidos y se huele el efluvio que emanan. Nos impresionó de entrada. La imagen es de esas que no se pueden olvidar.

Cape Cross
Cape Cross

La verdad es que fue emocionante poder ver tan de cerca a tantos leones marinos; las crías buscando la leche de sus madres, la siesta de otros, algunos parecía que meditaban por la postura erguida y quieta de su cuerpo con su cabeza mirando hacia arriba, cada cual con su vida propia.

Spitzkoppe

De Cape Cross nos fuimos hacia Spitzkoppe, volviendo por la misma carretera hasta tomar el desvío  en la D1918. Nuevamente condujimos por gravilla, pero yendo a 60 km/h no hay problemas. No nos encontramos a nadie, salvo en el tramo final.

Durante todo el trayecto se van viendo una montañas a lo lejos. Según avanzábamos, la visión era cada vez más atrayente.

Llegando a Spitzkoppe
Llegando a Spitzkoppe

Así, hasta que vimos el letrero de Spitzkoppe Rest Camp. Un poco antes de llegar al camping también había puestos de venta, esta vez con niños que nos hacían señas para que parásemos.

Ya en la recepción, nos dieron un mapa con los lugares para acampar. Recorrimos buena parte del parque, una auténtica maravilla por el capricho de las rocas formando figuras y formas de gran belleza.

Spitzkoppe
Spitzkoppe

Elegimos la parcela número 4, cerca del arco del beso. Montamos la tienda, preparamos la cena y vimos otro atardecer sin palabras en Namibia. Con un techo de estrellas escribí este relato, sin un ruido, sin nada que nos impidiera crecer, solos y pequeños ante la naturaleza. La luna desprendía una luz brutal.

Al día siguiente nos levantamos pronto para hacer una visita guiada. Fuimos al punto que nos dijeron a las ocho en punto. Tuvimos que desmontar la tienda y no desayunamos para no llegar tarde, pero…no vimos a nadie. En recepción nos dijeron que sí que estaba el guía. Total, tal vez no dimos con el punto exacto o el guía estaba en la siguiente curva, el caso es que no nos encontramos.

Como no había mucha gente en el parque nos fuimos a la parcela número 16 a desayunar. En Spitzkoppe, se escoja  la parcela que se escoja, se acierta. Es un lugar ideal para quedarse, aún con la simpleza que ofrece: sin luz ni agua, es de las mejores  “habitaciones” que se pueda tener.

Spitzkoppe
Spitzkoppe

Después recorrimos de nuevo el parque por otros caminos. Cerca de el lugar donde habíamos dormido había más gente a esas horas, en el arco del beso , pero no mucha.

Spitzkoppe
Arco del Beso en Spitzkoppe

The White Lady

De Spitzkoppe nos dirigimos dirección Khorixas, a ver “The White Lady”. Hay que desviarse en la C35 para tomar la carretera D2359 hasta el final. Ahí hay un parking y una taquilla donde se pagan 200 N$ por persona. Nos asignaron a una guía que nos acompañó durante las dos horas que estuvimos de visita en la montaña sagrada Brandberg.

El calor a media tarde era asfixiante, menos mal que donde están las pinturas rupestres había sombra. La guía nos explicó las distintas figuras: personas cazando, una ballena, animales, un esqueleto que simboliza que en ese lugar es imposible vivir por falta de agua y la famosa “White Lady”, que en realidad es un hechicero que se pintaba de blanco.

The White Lady
The White Lady

Hay otra figura de blanco, su ayudante. Las pinturas están en una cavidad al aire libre, las que están más arriba son de hace 5000 años, las otras de hace unos 3000. La guía nos dijo que hay unas 50.000 pinturas más por todas las montañas, en breve se abrirán otras al público.

Hacia Khorixas

Después de esta apasionante visita nos fuimos dirección Xhorixas, pero no íbamos a llegar ese día, antes haríamos noche en el Madisa Camp. El firme de carretera no permitía ir a más de 30 km/h.

Acampamos en la parcela y nos fuimos a cenar al restaurante, después de ver atardecer. El ambiente era agradable, compartimos una buena cena con otros viajeros alemanes.

Nuestra primera idea era haber ido al día siguiente a ver las pinturas de Twyfelfontein, pero no queríamos conducir por otra carretera llena de baches y soportar de nuevo el bochorno. Todo no puede ser, preferimos seguir hacia Xhorixas, una población con servicios, gasolinera, el supermercado “OK” al lado, muy a la europea.

Nuestra grata sorpresa fue comprobar que la carretera desde Xhorixas hasta el Parque Nacional de Etosha estaba asfaltada.

Alojamiento

En Swakopmund: “Room with a view»» en Booking, todo un apartamento para nosotros con unas estupendas vistas al mar. Grande, limpio, muy bien cuidado, buena comunicación con los dueños, céntrico, garaje propio. Totalmente recomendable.

En Spitzkoppe: Spitzkoppe Rest Camp. Como hemos dicho anteriormente, a pesar de que no hay ni luz ni agua, es una maravilla dormir allí, rodeados de rocas y estrellas. Totalmente recomendable.

En Khorixas: Madisa Camp. Un buen camping, con punto de luz y agua, servicio, fregadero y ducha privada. Buenas parcelas con algunas formaciones rocosas en frente. Hay un bar restaurante con comida casera de buena calidad. También organizan excursiones. Totalmente recomendable.

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