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Perú, el viaje soñado: De Arequipa al lago Titicaca

Situada a 2325 metros sobre el nivel del mar, Arequipa tiene un clima muy soleado y seco que permite pasearte en manga corta durante el día y más abrigado al atardecer. La luz es preciosa y hace brillar el color de las casas que contrasta con los coloridos trajes de las cholas.

EL MONASTERIO DE SANTA CATALINA Y LA CATEDRAL

El Centro Histórico de Arequipa, siglo XVI, fue declarado en el 2000 Patrimonio Cultural de la Humanidad, UNESCO, por sus edificaciones de piedra volcánica blanca, que se encuentra a los pies del Misti; por ello se la denomina la Ciudad Blanca.

También la luz incide en los muros del monasterio de Santa Catalina, el más peculiar que hayamos visto nunca: las celdas y los claustros parecen un pueblo hecho de pequeñas casas organizadas en placitas, adornadas con plantas de aquí y de allá, pintadas las paredes de azules y magentas.

Monasterio de Santa Catalina, Arequipa

Es una ciudad dentro de otra ciudad, donde algunas damas, antes de ser monjas dominicas, se retiraban aquí y se traían a sus doncellas. Se ven claustros, como el de los Naranjos, claustro Mayor y Claustro de las Novicias; plazas, como Zocodober y calles, Córboba, Sevilla, Toledo, ¡Burgos!

Este monasterio empezó a construirse en el siglo XVI. Además de damas de la ciudad también ingresaron monjas criollas y mestizas. En el 1964 ingresaron las primeras monjas españolas. Aún hoy en día hay una pequeña comunidad de monjas.

Monasterio de Santa Catalina, Arequipa

Pasear por el Monasterio de Santa Catalina es estar metido en la vida monástica de entonces, se van descubriendo rincones sencillos y hermosos en cada momento, las cocinas, el lavadero, su quehacer diario; no ha perdido el encanto que tuvo.

Más información, fotos y un buen plano podéis ver en: http://www.santacatalina.org.pe

Las construcciones están adaptadas a los terremotos y tienen bóvedas sin tejas, como no llueve nunca no las necesitan. Este monasterio es visita obligada en Arequipa, al igual que la Catedral, con la ventaja de que en esta última es gratis la entrada, aunque conviene contratar un guía particular. Se acepta la voluntad, pero  recomiendan pagarle un mínimo de dos soles por persona.

El Misti, desde la Catedral de Arequipa

Aparte de hablar de las curiosidades de la catedral, en la azotea, con una vista panorámica de la Plaza de Armas  y mirando hacia el Misti,  la guía nos habló de los barrios de chabolas que  crecen en torno a los núcleos urbanos: las personas se establecen en ellos sin luz, agua, ni ningún servicio, pero, cuando llevan cierto número de años, el municipio tiene la obligación de urbanizarlo. Así se van llenando las laderas de las ciudades de una edificaciones muy distintas de las de origen colonial y de los modernos edificios acristalados y refulgentes.

Plaza de Armas de Arequipa

EL VALLE DEL COLCA

La posada Nueva España es una casona colonial construida en torno a varios patios. Es un negocio familiar que da alojamiento y buen desayuno y te deja usar las mesas de la terraza para cenar o tomar algo por tu cuenta. El dueño nos hizo sentir muy a gusto, da mucha información y nos facilitó la manera de visitar el Valle del Colca en un tour inolvidable de un día.

El tour  sale muy temprano de Arequipa, mucho antes de amanecer para llegar a ver volar el cóndor cuando el sol empieza a calentar. Por el camino hay que ir bien, bien abrigado. ¡Hay que ver qué frío hace a esas altitudes! No te sobran ni el gorro, ni los guantes, ni el abrigo. Se para a desayunar en un pueblito y se sigue hasta Chivay con su iglesia y su mercado. Después se sigue ruta hasta la entrada del Valle. El boleto Ruta Alta da derecho a visitar el circuito Aguada Blanca, Valle del Colca y Valle de los Volcanes. Para entrar te piden siempre el pasaporte.

Nuestro guía nos animó a caminar desde un mirador a otro para disfrutar de la naturaleza y ahí es cuando ocurrió el gran encuentro con los cóndores. Muchos peruanos sueñan con poder hacer esa excursión, tener suerte y disfrutar del vuelo de esa gran ave. Nosotros la tuvimos y con creces, vimos decenas de ellos.

Valle del Colca

Fue emocionante verlos volar tan cerca; la canción “El condor pasa”, compuesta en 1913 por Daniel Alomía para la zarzuela “Soy la paloma que el nido perdió”, te viene a la cabeza sin querer y, de alguna forma, toma sentido y pone la última nota  al verles. Sobre la autoría de esta canción hay controversia, ver:  http://musicaandina2011.blogspot.com.es/2012/03/el-condor-pasa.html

Después paramos en las aguas termales de Llahuar y aprovechamos la ocasión de disfrutar de un baño caliente con un paisaje precioso. También paramos en un par de miradores.

Camino a las aguas termales de Llahuar

A la hora de comer, justo al llegar al restaurante me dio un bajón de mal de altura (sentí como que una losa me caía encima y no podía mover un dedo) que traté de solventar con todos los medios habidos y por haber, té de coca, la pastilla sorojchi, coca cola. Había tomado una hoja de coca durante el viaje de ida en autobús, ablandándola en la boca hasta que se quedó como una bola, pero se ve que el efecto se había pasado al mediodía. Al cabo de un rato, pasó el mal rato y a continuar camino viendo las vistas de los volcanes.

TITICACA, DE PUNO A AMANTANÍ

Viajamos de Arequipa a Puno en autobús de la compañía 4M que vino a buscarnos a la Posada Nueva España a las 14 h. Hicimos una breve parada en un cruce para esperar a otro autobús donde aprovechamos para tomar un té de coca. Durante el trayecto vimos preciosos paisajes de la Reserva Nacional Salinas-Aguada Blancas al atardecer.

Reserva Nacional Salinas-Aguada Blancas

A las 19 h ya estábamos en la estación de Puno donde teníamos un taxista esperándonos, enviado por el Hotel el Mirador del Titicaca, desde donde hay unas magníficas vistas de Puno y el lago.

Nos sorprendió el aspecto de esta ciudad, con forma paraninfo en torno a la bahía, donde apenas hay construcciones elevadas y la mayoría de los edificios parecen inacabados. Llama la atención la población indígena, compuesta de quechuas y aimaras.

El hotel nos recibió con el calorcito de una gran chimenea en el recibidor, que se agradecía ya que por la noche bajan las temperaturas en un lugar donde la altitud es de casi 3900 metros, y con unas vistas nocturnas fabulosas de Puno y el lago.

Vista del Lago Titicaca y Puno desde el hotel

Cuando estábamos cenando, vino Segundino Cari para quedar con nosotros al día siguiente en el muelle y llevarnos en su lancha a Amantaní. Habíamos contactado con él por internet y reservado dos noches en el Kantuta Logde, mediante su página web. Nos sorprendió su atuendo: su gorro, su chaqueta, su camisa, tal cual se viste en su isla. Luego supimos por él que en cada isla del Titicaca hay una vestimenta especial: los hombres, las mujeres, las muchachas, los niños, tienen distintos atuendos y gracias a ellos se sabe si uno es casado o soltero. Todo eso lo aprendimos después de tenerle a él como guía. Esa noche estábamos cansados y nos esperaban unas camas comodísimas. Las hojas, los caramelos y las tisanas de coca nos ayudaron a descansar.

LAGO TITICACA: ISLA AMANTANÍ

A la mañana siguiente fuimos al puerto donde habíamos quedado con Secundino. Primero pasamos por las islas de Uros, donde construyen las casas con totora. Toda la isla está construida así, ahora está más dedicada al turismo, según nos contó Secundino ahora solo se queda una persona por la noche, el resto se va a Puno.

Isla de Uros, lago Titicaca

Paramos en la isla flotante de Titino. Los pocos habitantes son aimaras, como en las islas de Uros. En ella nos explicaron cómo se hace la isla con la totora: primero ponen el kile, es como el bloque de tierra, encima ponen la totora en varias capas hasta llegar a la más alta donde estará la vivienda para aislarla de la humedad; por último la anclan.

Isla de Titino, Lago Titicaca

De ahí llegamos a la isla de Amantaní, se respiraba mucha tranquilidad rodeados de eucaliptos.

Isla Amantaní, Lago Titicaca

Tras comer Secundino nos llevó al Pachatata y Pachamama, las vistas eran muy buenas. Estaba lleno de turistas, casi todas se alojan en casas de familias, lo llaman turismo vivencial; el que tuvimos nosotros en el hotel Kantuta Lodge, con la familia de Secundino.

Isla Amantaní, Lago Titicaca

LAGO TITICACA: ISLA TAQUILE

Dejamos la isla de Amantaní camino de la isla de Taquile. La subida, desde el embarcadero, hasta la plaza es muy empinada; pero, nuevamente, las vistas eras espléndidas.

En la plaza hay un mercado artesanal de la comunidad. Tras comer trucha bajamos por otro camino los 564 peldaños sin perder de vista el hermoso horizonte frente al lago.

Isla Taquile, Lago Titicaca

Durante la comida, Secundino nos explicó las diferentes partes del atuendo de este pueblo quichua. Por ejemplo, se distinguen si están casados o no, estos últimos llevan algo blanco en el gorro llamado “choclo”, las chicas casaderas también llevan algo blanco en su chaqueta. Se suelen casar entre los 16 y los 18 años.

Nos llevamos muy buena impresión del Lago Titicaca, fue una buena experiencia dormir en él y conocer historias de alguien que se ha criado y vive en el mismo.

Isla Taquile, Lago Titicaca

Esa noche, al calor en nuestra amplia habitación del Mirador de Titicaca, frente al lago pensábamos lo variado e interesante que estaba resultando este viaje a Perú, donde aún faltaba lo mejor: el Valle Sagrado hasta llegar al Machu Pichu.

Así nos dormimos porque al día siguiente íbamos a coger un autobús para ir a Cuzco.