Más de dos mil kilómetros separan a Sydney de Cairns, tres horas de vuelo que te llevan de la zona templada a la tropical. La gran atracción turística es la Gran Barrera de Coral con una costa bordeada de la selva más antigua del mundo.
Efecto boomerang en Cairns
Sorprende mucho no ver apenas edificios, salvo en el centro de la ciudad, porque, aparte de ser estos sólo de una planta, están ocultos bajo la vegetación.
Hemos tenido la suerte de encontrar un intercambio de hospitalidad para los tres días por parte de Vince y Liz que nos dejaron la casa mientras ellos estaban de vacaciones. Hemos contado también con la compañía de Lyle y Carol, los familiares de nuestros amigos de Brisbane, que nos han traído y llevado a todas partes; porque, eso sí, en Cairns no puedes pasar sin coche, ya que la ciudad se extiende a lo largo de 50 kilómetros: una extensión vastísima para los 150.000 habitantes.

La Esplanade en Cairns
Ellos nos invitaron a compartir una barbacoa con su familia en La Esplanade de Cairns. Aparte, también conocimos a nuestros amables vecinos que tenían dos perros, con los que charlamos al atardecer sentados en su porche, algo que no falta en ninguna casa de Cairns, un lugar donde contemplar la naturaleza y … escucharla también. Mucha vida social para los pocos días que hemos estado, gracias al efecto boomerang: si das, te devuelven, si vas a invitar, te invitan ellos antes, si regalas, te vuelven a regalar y, de pronto, te das cuenta que lo que era un país nuevo para nosotros hace un mes, ahora es un lugar con un montón de amigos.
La Gran Barrera de Coral
El tiempo fue ideal e inusualmente bueno para la época de lluvias, pues todos los días disfrutamos de sol. El primero de ellos, hicimos un tour por 190 euros familia, que incluía ferry a Green Island, ver la isla, paseo en un barco con el fondo de cristal y practicar snorquelling, metidos en un traje de buceo para que no nos picaran las medusas (se alquilan por 4 euros cada uno). Aquí, el turismo es la principal industria y está todo muy montado.

Green Island
Hay muchísimas ofertas y cada uno elige lo que más le convenga, pero si quieres ahorrar algo, es preferible no contratar un tour con comida incluida, porque entonces te sube al doble. En el nuestro la mayoría de los turistas eran chinos que viajaban en familia, parejas o grupos de amigos. Nosotros alquilamos aparte una cámara digital sumergible por 39 dólares, con la que no hicimos gran cosa, porque snorquelling y hacer fotos a la vez es una tarea más difícil de lo que parece, pero con la que nos lo pasamos bien.
En Green Island hay un complejo turístico con cafeterías, tiendas y paneles informativos. Las playas tiene delimitada la zona de baño entre dos banderas, como vimos también en Sydney, y están continuamente vigiladas por socorristas. Comparando con nuestra experiencia en Fiyi, aquí había menos peces al bucear en la playa, pero en cambio, la variedad y cantidad de coral que vimos desde el barco fue mayor.
Había tortugas nadando y unas ostras increíblemente grandes, de casi un metro, vivas y respirando. Los turistas chinos hacían tanto ruido con sus exclamaciones de sorpresa que el guía les pidió silencio para no espantar a las tortugas.

Tortugas en la Gran Barrera de Coral
El guía, después de darnos una explicación sobre el coral, puso una grabación en chino, mientras movía los labios delante del micrófono haciendo que hablaba…, ¡era de risa porque, para colmo, la voz era de chica! Los australianos no se cortan un pelo, ya lo hemos notado varias veces.
Port Douglas
El día siguiente Lean y Carol nos llevaron a Port Douglas, un pueblo turístico a unos 70 kilómetros al norte de Cairns con un puerto marítimo.

Camino a Port Douglas
Por el camino, que discurre entre la selva y el mar, hicimos paradas para contemplar el paisaje de costa. Llama la atención la quietud del agua del arrecife pues las olas son detenidas por la Barrera de coral.

Buenos paisajes alrededor de Cairns
Las playas tienen zonas delimitadas con redes para que no entren los cocodrilos. No vimos ninguno, pero haberlos haylos.
Comimos frente al puerto y dimos un paseo por la zona comercial. Regresamos pronto para la barbacoa en Cairns junto al agua con la familia de Lyle y Carol. Al atardecer se llenó de gente que aprovechaba las cocinas eléctricas gratuitas para hacer la cena, mientras unos se dan un baño en las piscinas y otros contemplan la puesta de sol. Fue nuestra despedida de Australia, un país con un envidiable 5% de paro.
¡Un lugar al que queremos volver!
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