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Un lugar llamado Las Vegas

¿Por qué Hansel y Gretel, perdidos en el bosque, entraron en la casita de chocolate?
Había una vez un lugar muy, muy lejano, al que se llegaba tras cruzar un inmenso desierto y áridas montañas, en el que había una bella ciudad, que brillaba bajo el sol y, no muy lejos de ella, un río de aguas rojas….
Cuando me he puesto a escribir sobre Las Vegas se me ha ocurrido un cuento, no lo he podido evitar. De momento, os digo que cuando aterrizamos, vimos hoteles que resplandecían en el desierto y que, más que una ciudad, parecía una maqueta a tamaño real. Por dentro, cada hotel recreaba un lugar del mundo: Nueva York, París, Roma, Venecia, una isla paradisíaca, cualquier sitio con el que se pudiera soñar.

New York, New York; Las Vegas

La diversión en Las Vegas consistió, para nosotros que no jugamos en sus casinos, en ir de un hotel a otro y ver la atracción que cada uno de ellos tenía preparada para los visitantes: El MGM, leones en su hábitat, el Bellagio, las famosas fuentes luminosas, el Venecia, sus canales con góndolas, el París, la torre Eiffel,  y así podríamos seguir hasta completar una lista interminable.

Venecia en Las Vegas

En Las Vegas  se puede pasar de Nueva York a Egipto con sólo cruzar la calle y, a veces, ni eso, porque el centro comercial de uno está conectado con el de otro. Así, nosotros entrábamos en París y salíamos por Bali. !De locos!, sin duda, pero nada aburrido, eso hay que decirlo.

MGM en Las Vegas

En los mejores hoteles se representaban espectáculos para todos los gustos y el Cirque du Soleil tenía en aquel momento, siete espectáculos diarios, algunos con doble función. Teníamos la sensación de que estábamos en un parque de atracciones y de que teníamos que verlas todas, o por lo menos, la mayoría.

En Las Vegas llegas a París

La parte menos atractiva y más omnipresente es que, a parte de la “casita de chocolate”, que cada hotel había preparado para atraer a la gente, cada hotel tenía su casino donde “la bruja” se encargaba de exprimirles bien a todo aquel que se acercaba a jugar su dinero, que son muchíiiiiisimos, a todas horas y de todas las edades. ¡Es increíble cómo la gente viene aquí a olvidarse de todo!

Cerca de la ciudad había un río de aguas rojas. Hace mucho tiempo, antes de que existiera la ciudad, se encontraron viajando por el desierto un hombre sabio y un hombre astuto. Iban siguiendo el curso del río y al llegar a un paso entre montañas el hombre sabio dijo:
– Tengo una idea para convertir este desierto en un oasis.
– ¿Puedo saber cuál es esa idea? – contestó el hombre astuto.
– Te la diré si a cambio me consigues dinero para realizarla.
– De acuerdo. Conozco a un hombre rico que podría hacer tu sueño realidad. Pero si logro convencerlo y tú consigues realizar tu sueño, a cambio de ello tendrás que realizar otro invento para mi cada año.
El hombre sabio pensó y, al final, accedió al trato y le contó la idea:
– Se podría construir un dique alto entre estas dos montañas para retener el agua del río, así podría venir gente a poblar esta tierra.
– Déjalo de mi cuenta.
El hombre astuto convenció al rico pero éste puso una condición:
– Está bien, me gusta la idea, te daré mi dinero pero a cambio de ello debo ganar cada año el doble de lo que me ha costado.
– Está bien – dijo el astuto.
El hombre astuto ideó un plan: si cada persona que acudía a la nueva ciudad dejaba en ella la mitad de su riqueza, de sus ideas o de sus sueños, todos saldrían ganando.
Así surgió una ciudad nueva que resplandecía bajo el sol. A ella llegaban personas de todo el mundo y todas dejaban algo: muchas, dinero para el rico; algunas, ideas para el astuto y otras, sueños para el sabio.

Las fuentes del Bellagio, Las Vegas

Esto es un cuento, pero la realidad no es muy diferente en Las Vegas. La presa Hoover, se construyó entre los años 1931 y 1936 en pleno desierto. Gracias a ella nació una ciudad totalmente distinta de cualquier otra; ciudad que nos ha entretenido, como buen parque de atracciones que es, pero de la que, a diferencia del resto de lugares en los que hemos  estado en nuestra vuelta al mundo, no nos ha importado marchar.

Vuelta al Mundo 2011/12