Horseshoe Bay está en Vancouver Oeste. Para ir hay que coger un autobús que te deja en media hora en el centro, en plena Georgia Street. Lo curioso es que el autobús es más barato a partir de las seis y media y solo puedes meter las monedas justas en una máquina, así que estamos siempre acumulando monedas.
Como estamos muy cerca hemos ido varios días. Cada uno de ellos fue diferente. El primero entramos en la Public Library, un lugar muy acogedor y tan bien organizado en todas sus plantas que te dan ganas de empezar a coger libros y más libros. Una sección que nos llamó la atención fue la de libros en otros idiomas; había unos cuantos de lo más variado, se ve que tienen en cuenta a los diferentes orígenes de los habitantes de la ciudad. En el pasillo de español (varios de Carlos Ruiz Zafón y de Carlos Fuentes, ¡qué distintos!) nos encontramos a una señora de Urugay cuyos abuelos eran de Galicia y su hija había estudiado flamenco en Sevilla y ahora iba a montar su propio estudio de baile en Vancouver porque los canadienses “se vuelven locos con el flamenco”. ¡Curioso mundo!

Public Library
Después fuimos andando, pasando por BC Place y el Roger Arena –dos grandes estadios- hasta la estación de Pacific Central. De ahí visitamos Chinatown, el segundo barrio chino más grande de América, donde entramos en el su jardín.

China Town
Seguimos andando hasta la zona de Gastown, donde empezó esta ciudad hace 125 años. Es una zona de tiendas, cafés, restaurantes con bastante animación. Continuamos por el Vancouver Trade and Convention Centre leyendo algunos paneles sobre los comienzos de British Columbia, fueron muy duros aquellos tiempos. Siguiendo por ese paseo teníamos a un lado el mar, y al otro un conjunto de edificios altos, acristalados, modernos, de líneas sencillas y elegantes. Pensamos que Vancouver sería una buena ciudad para vivir. Mientras estábamos en esta parte del paseo nos vino un olor a morcilla de Burgos; no llevamos tanto tiempo fuera como para tener alucinaciones gastronómicas, pero, de verdad, que el aroma en el aire nos evocó nuestra tierra.

Estaría bien vivir aquí
El segundo día nos bañamos en la playa de English Bay. El agua estaba un poco fría, pero apetecía refrescarse. Después anduvimos hasta la otra playa de Sunset Park; al final encontramos una playa para perros en la que se bañaban unos cuantos de varias razas.

Playa de perros
De ahí, por todo el paseo, hasta la zona de Yaletown. Nuevamente nos encontramos ante otro conjunto de bonitos edificios acristalados, algunos bajos con el salón y el dormitorio a la vista. Todo el entorno estaba muy bien cuidado ¡Esta ciudad nos estaba enganchando!

Vancouver
El tercer día lo dedicamos a Stanley Park. Es un parque enorme, se puede caminar alrededor de él, con unas buenas vistas, a lo largo de nueve kilómetros. No hicimos todo el recorrido, pero casi, porque entre que nos perdemos por el centro del parque y volvemos a encontrar el camino correcto, fuimos añadiendo kilómetros que no vienen en el plano. Así, buscando un lago que no vimos porque le tapaban los árboles, nos dimos de narices con una boda al aire libre a la que no habíamos sido invitados; pero, al empezar, hicieron referencia a nuestra presencia en una esquina. Como nos pareció una indirecta, y no estábamos vestidos para la ocasión, seguimos caminando hasta que, por fin encontramos la playa que andábamos buscando: la Third Beach. Estaba llena de gente, ya hacia las seis mucha gente se quedaba a cenar en ella ante unas buenas vistas, como todas las que rodean el parque y Vancouver.

Stanley Park

The Third Beach
Otro lugar en plena naturaleza, y a un paso de Vancouver, es el Puente Capilano. http://www.capbridge.com

Capilano Bridge
Este puente se construyó en el 1888, está a 70 metros de altura sobre el río del mismo nombre. El puente tiene 137 metros de largo y puede soportar el peso de 1300 personas. A pesar de que es un lugar muy turístico valió mucho la pena entrar. Cuando pasas el puente, al cual solo se le ha añadido un cable desde que se inauguró, te encuentras con un recorrido en el que, en algunos puntos, estás arriba de los cedros rojos, árboles muy comunes en toda British Columbia.

Entre los cedros rojos
Está situado también en territorio Squamish. Según leímos Joe Capilano fue un jefe Squamish que luchó por los derechos de su pueblo; incluso fue, con otros jefes de otras tierras, a Inglaterra para pedir que se reconocieran los mismos. En el parque también había tótems que relatan historias ancestrales. Os resumimos una sobre el origen de los mosquitos que tanto nos incordian: “Había un gigante caníbal, el cual fue capturado y quemado. Del humo salieron miles de mosquitos; por eso pican a las personas, porque son parte del gigante y quieren beber la sangre de los que pican”. No encontramos ningún tótem sobre el “After Bite”.

Totems en Capilano Bridge
El último día fuimos por la zona comercial más céntrica, donde los edificios son más antiguos. Entramos a varios centros comerciales, pero sin comprar nada. Fuimos a un parque que formó parte del rodaje de “Noche en el museo”, pero no distinguimos qué pudieron filmar aquí. Habrá que ver la película de nuevo. Según el plano que llevábamos, Vancouver ha sido escenario de varias películas; entre ellas, “La Pantera Rosa”, también. Paseando, paseando nos despedimos de esta ciudad que nos ha llegado muy dentro y en la que hemos estado muy a gusto.
Vuelta al mundo 2011/12