Paseando por Oslo nos encontramos esculturas por muchas calles, centros comerciales y lugares que no esperábamos. Podemos afirmar que en Oslo vive la escultura.
Llegamos a Oslo desde Kirkenes en avión, una vez dejado el barco Hurtigruten en el que hicimos nuestra travesía a lo largo de la costa de Noruega con parada en las Islas Lofoten.
Las calles de Oslo son rectas y las fachadas elegantes y bien cuidadas. En varias partes de la ciudad están embarcados en obras, en proyectos como el Museo Nacional.
Se nota un gran dinamismo y una variedad cultural enorme.
Cómo llegar desde el aeropuerto
Lo mejor es comprar los billetes hasta Oslo S, que es la estación central y está muy céntrica, en las máquinas de VY. Hay empleados que ayudan. Vale 105 NOK y tarda unos 20 minutos.
En la misma estación hay una oficina de información turística con planos y folletos turísticos en español.
Ya, nada más salir de la estación, nos encontramos con El Tigre, una estatua que impone por su tamaño. Por otra salida se va directamente a la Ópera.

Cómo moverse en Oslo
Hay que tener en cuenta si la tarjeta turística conviene o no. Vale 445 NOK. Si se va a coger más de dos líneas de bus o tranvía y entrar en más de tres museos, sí que compensa.
Nosotros no la cogimos porque no íbamos a usarla tanto. Lo que sí que compramos fueron dos billetes de bus o tranvía. Se sacan en las tiendas Narvesen que hay por todas partes.
Ópera Nacional y Ballet de Noruega en Oslo
Es un edificio verdaderamente bello, con unas líneas sencillas. Por la parte de fuera se puede ir subiendo hasta su tejado desde donde hay buenas vistas. La gente sube y baja, hace fotos, admira el atardecer en la ciudad. Es un espacio nuevo para el disfrute. Trasmite positividad y también lujo. El edificio lo realizó el estudio de arquitectura noruego Snøhetta.

El interior es un espacio inmenso donde está el restaurante. Se aprecia la pureza de sus líneas, lo sencillo se hace hermoso. Hay visitas guiadas que hay que reservar desde su página web.
Por los alrededores de la Ópera se veían personas que se bañaban en el muelle y se metían de nuevo a la sauna. Nos pareció una buena forma de pasar una tarde en Oslo.
Fortaleza Akershus
Desde la Ópera fuimos paseando por hacia la Fortaleza Akershus, donde hay varios edificios militares. La entrada es gratuita. Como ya estaba anocheciendo, lo vimos solo por fuera en nuestro camino hacia el puerto, pues está muy cerca.

Centro del Nobel de la Paz
Los Premios Nobel se dan en Estocolmo, pero Alfred Nobel dejó escrito que el Premio Nobel de la Paz se diera en Oslo. El Centro Nobel de la Paz está frente al Ayuntamiento.
El edificio está en remodelación, por lo que lo vimos cubierto. Se puede entrar previo pago.

Brygge
En la misma zona está el puerto, una parte con mucha actividad, flanqueado por el Ayuntamiento y el Museo de Arte Contemporáneo Astrup Fearnley. Nos recordó el Darling Harbour de Sidney por el ambiente selecto que emanan los comercios y restaurantes.
El nuevo barrio de Tjuvholmen sorprende por el lujo y la tranquilidad. Esculturas, fuentes, canales, vistas a la fortaleza de Oslo y al fiordo, zona de baño, no falta de nada.
Parlamento, calle Karl Johans y Catedral
Todo está muy céntrico y a mano en Oslo. Desde el puerto se puede acceder en muy poco tiempo al Teatro Nacional y al Parlamento. Entre los dos edificios media un jardín, donde ya empieza la calle Karl Johans, peatonal con tiendas y restaurantes. Es una zona animada, la cercanía a la estación de tren Oslo S ayuda a ello.
Estuvimos cenando en el Café Cathedral una sopa de salmón sabrosísima. Había muy buen ambiente.

Ekebergparken Sculpture Park
Nos gustan las buenas sorpresas y hoy, en Oslo, hemos tenido una muy agradable. Cuando el arte sale de los museos y encuentra su lugar en jardines y calles adquiere más valor.
Oslo, ante todo, es un puerto, como tantos pueblos y ciudades de Noruega. Las estaciones de tren y autobús tienen también una gran importancia en la ciudad. Está flanqueado por dos parques llenos de bosques: Bygdoy, donde está el Museo Vikingo y Ekeberg, con un museo al aire libre de esculturas de muchos artistas.
Ekeberg era una granja privada hasta que en 1947 la compró el consistor. Tiene restos de antiguos poblamientos de la Edad del Bronce y del Hierro.
Este parque nos lo recomendó el dueño de la casa de Airbnb donde quedamos y fue todo un acierto.

El parque Ekeberg es un lugar donde los habitantes de Oslo van a pasear o hacer ejercicio. Tiene unas magníficas vistas sobre la ciudad; pero, sobre todo, lo mejor de él son las esculturas que se van viendo mientras se le recorre.
Para acceder a él tomamos el tranvía número 18.
Museo Barcos Vikingos
Este museo es tan pequeño como imprescindible. Está situado prácticamente al lado del Norks Folkemuseum, Museo Noruego de Cultura Histórica.
En el museo hay tres barcos vikingos que se han rescatado. Pertenecían a personas adineradas que los mandaron construir para que fuesen su última morada.

Vigeland Sculture Park
Si ya nos habíamos encontrado con muchas esculturas no podíamos imaginar que en el parque Vigeland hubiera tantas hechas por el mismo escultor, Gustav Vigeland. Dicho parque fue un encargo del Ayuntamiento y lo realizó entre el 1907 y el 1942.
En él pudimos ver la representación de la vida misma. Las esculturas representan todas las etapas, desde el nacimiento hasta la vejez, a través del cuerpo desnudo.
Estuvimos allí un buen rato, hay infinidad de detalles en los que fijarse. Los sentimientos afloran y se remueven con la contemplación de cada escultura.

Art Noveau
En Oslo también se puede ver edificios Art Noveau en la calle Bygdoy y alguna adyacente. Paseamos por la misma desde el parque Vigeland hasta el centro, pasando por el Palacio Real.
Tjuvholmen
Esta parte de Oslo está al final del puerto, donde se encuentra el Astrup Fearnfley, Museo de Arte Contemporáneo. Hay buenas vistas hacia la Fortaleza Akershus. Tanto para ir como para volver, se va pasando por unos edificios de viviendas muy exclusivos, con aparcamiento para las lanchas incluido.

Paseando por este barrio tan lujoso, y como amantes del teatro, nos vino a la cabeza la obra “Casa de muñecas”, del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, que modernizó el teatro el pasado siglo.
Alojamiento
Nos quedamos en un apartamento de Airbnb, la casa de Gustavo. Estaba bien comunicada para ir andando a todas partes, la estación central quedaba a unos 15 minutos andando.
La comunicación fue buena. La habitación estaba bien, hay que compartir el baño y la cocina. Totalmente recomendable.