Los pueblos de la Provenza francesa son muy atractivos. Montaña o costa, todos están muy cerca de Niza. Explorar los alrededores será una buena elección.
Èze
Èze es un pueblo medieval muy pequeño y lleno de encanto a pocos kilómetros de Niza.
Tomamos como base Niza ya que teníamos un intercambio de casa en esta ciudad.
Es un pueblo de mar camino a Mónaco. Sus callejuelas se recorren fácilmente, salvo que estén muy concurridas por turistas. Aconsejamos visitarlo por la tarde, cuando hay menos gente, aún así no lo tuvimos fácil para aparcar.

La ventaja de estar prácticamente solos por algunas calles, ya con las tiendas cerradas, se contrapuso a que también lo estaba Le jardín exotique.
En cualquier caso, durante estas horas del atardecer se disfrutan más las vistas que tiene hacia el mar y de todos los detalles que se quieren retener y fotografiar.
Grasse
Decir Grasse es decir perfume. Estos dos nombres van unidos. Las flores de sus valles son utilizadas para la elaboración de los perfumes que han dado a Grasse un sello de identidad. Según leímos, de los 200 perfumistas que hay en el mundo, 40 se ubican en Grasse.
Una de las más famosas es la Perfumería Fragonard, la cual empezó en 1926 tomando el nombre del pintor Jean-Honoré Fragonard nacido en Grasse.

En la visita guiada que hicimos pudimos ver lo relacionado con elaboración del perfume. Es muy interesante aunque, por supuesto, acaba en una tienda amplia, donde el olfato debe ser muy exquisito para poder elegir el perfume.
Gourdon
Alrededor de Niza, hacia el interior, se encuentra Gourdon, otro pueblo de montaña cerca de Grasse. La primera vista que encontramos de él está antes de llegar, en un mirador de carretera.
Gourdon es otro de los pueblos medievales con callejuelas, en lo alto de una colina. Es pequeño y se ve pronto, pero las vistas desde lo alto hacen quedarse un rato mirando hacia el valle de los Lobos, en un entorno de mar y montaña alrededor de Niza.

Ya abajo, en el valle, visitamos la Confitería Florian en Le-Pont-du-Loup, a los pies de una cascada y de un viaducto destruido en la Segunda Guerra Mundial, donde se ve cómo es la elaboración de caramelos y chocolates en una fábrica pequeña y muy artesanal. Se te va haciendo la boca agua al imaginar el sabor de tanta golosina colorida; así que, al llegar a la tienda, la elección es difícil.
Saint Paul de Vence
Saint Paul de Vence es un pequeño pueblo medieval encaramado en lo alto de una colina. Está cerca de Niza, es un pueblo de montaña, pero se divisa el mar de la Costa Azul desde lo alto.

Desde Niza se puede llegar muy fácilmente. La único difícil fue buscar aparcamiento en verano, ya que la afluencia de turistas es asombrosa, debido a que está considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia, unido a la gran cantidad de galerías de arte que hay por sus calles.

Pintores como Matisse, Picasso, Renoir o Miró ya vinieron a Saint Paul de Vence. Marc Chagall vivió veinte años en este pueblo amurallado de la Provenza.A la entrada está la Fundación Maeght; es privada y en ella se recogen obras de varios pintores y escultores: Chagall, Giacometti, Miró, Chillida, entre otros.
Saint Paul de Vence, otro pueblo en los alrededores de Niza, pueblo de mar y montaña.
Antibes
Antibes encanta. También está cerca de Niza, otro pueblo de mar. En un recorrido por sus animadas calles se van descubriendo rincones y plazas que, sin llegar a tener el encanto de los pueblos más pequeños anteriores, son agradables de pasear.

Ya desde el aparcamiento se va divisando el fuerte Carré, frente al puerto, y una de las entradas a la parte antigua de Antibes, donde se ve el castillo Grimaldi y la catedral formando parte del paisaje de la Ciudad Vieja.

Desde Antibes también se puede recorrer una parte del Sentier du Litoral, algo que no debe faltar si se está en la Costa Azul. Este es un sendero que va al lado de la costa, la mayoría de las veces está bien marcado pero, en otras ocasiones, el acceso es por las rocas y por mar.
El Museo Picasso se encuentra en el antiguo castillo Grimaldi; Picasso pasó largas temporadas en este pueblo, siendo dicho castillo su taller.
Cannes
Seguro que al oír Cannes nos viene a la cabeza el Festival de Cine que allí se celebra en mayo y todo el glamour que hay alrededor del mismo: sonrientes actores, elegantes actrices, lujosos coches, flashes de los fotógrafos en la alfombra roja. ¡El cine en otra pantalla!
Con o sin ambiente, Cannes merece un paseo, ya sea por sus calles o a lo largo de la playa, por el Promenade de la Croisette, donde es preferible mirar hacia el mar que al otro lado de la acera, en la que están algunos hoteles; parece que los coches que solo habíamos visto en revistas o por la tele sí que existen.

Frente al Palacio de Festivales, en la Explanada Pompidou y entre los jardines, se pueden ver las huellas de muchos famosos que han acudido al Festival de Cine en el Paseo de las Estrellas.
No está mal Cannes, pero nos quedamos con Antibes.
Saint Tropez
Al igual que Cannes, Saint Tropez es un pueblo de mar al que se puede acceder fácilmente desde Niza.
Pueblo veraniego de gente famosa, de hecho vimos muchas postales de Brigitte Bardot pasando sus vacaciones por aquí. A pesar de ser tan visitado mantiene su trazado pesquero. En el puerto hay muchos yates lujosos, pero el pueblo mantiene su encanto original donde se puede pasar el día entero paseando por la playa y el puerto.

Montecarlo en un día
Por su cercanía y accesibilidad desde Niza, hemos incluido Montecarlo en este listado de pueblos de mar y montaña.
Montecarlo pertenece al Principado de Mónaco. Los dos nombres van unidos a la palabra casinos, establecimientos creados a mediados del siglo XIX. Según fueron tomando auge, se empezaron a construir palacetes y, más adelante, altos edificios por sus laderas.
Seguramente que también les asociaremos al Rally y Premio de Fórmula 1 que se realizan allí.
Desde Niza a Mónaco se puede ir en el autobús número 100 desde Le Port, pero mejor asegurarse, porque puede cambiar el lugar de salida. Es una forma cómoda y barata de ir, si no se quiere parar en ningún otro lugar y, de paso, disfrutar de las vistas al mar. Este autobús también va a Èze y Menton.
El autobús hace varias paradas. Nosotros nos bajamos en el puerto para ir ascendiendo contemplando este Principado tan característico. Te encuentras con el Museo Oceanográfico, al que no entramos porque preferíamos pasear. De él llegas a un parque con estupendas vistas al lado de la Catedral. En esta zona, y al lado del palacio de los príncipes de Mónaco, hay unas callejuelas tan atractivas como turísticas, llenas de tiendas y restaurantes. Después del Palacio bajamos de Montecarlo para ir en busca del Jardín Exótico de Mónaco. Se puede coger un autobús o ir andando; eso último es lo que hicimos y nos llevó bastante tiempo, entre ascensores y escaleras. Por fin, llegamos, pero no entramos, pues el precio de la entrada nos parecía excesivo y, desde fuera, no prometía mucho. Eso sí, las vistas desde la terraza son bastante buenas.

Para regresar sí que cogimos el autobús que sale enfrente mismo del Jardín Exótico. Nos bajamos muy cerca del casino de Mónaco, más que nada para curiosear. Aquí también se veían coches que no están ni en los catálogos habituales de las concesionarias de nuestra ciudad. La verdad, tampoco nos daban ninguna envidia.
Paseamos un poco más por la ciudad hasta encontrar la parada del autobús que nos dejaría en Niza.
Baux-de-Provence
Ya de vuelta, camino de España, paramos en Baux-de-Provence para ver la exposición “Picasso y los maestros españoles”, en Carrières de Lumières. Toda una experiencia de color y sensbilidad.
En este otro relato sabrás más de Les Carrières de Lumieres.
Alrededor de Niza, hay pueblos de mar y montaña que no hay que perderse por todo lo que ofrecen a lo largo y ancho de la región de Provenza-Alpes Maritimes y Costa Azul.